lunes, 2 de mayo de 2011

Bin Laden, vivo o muerto

Se ha hecho justicia. Osama Bin Laden, un magnífico empresario al que el odio convirtió en terrorista, ha caído diez años después de que Estados Unidos iniciara su búsqueda vivo o muerto. Y entre estas dos opciones, ha tenido que triunfar la segunda. No niego que Bin Laden se mereciera morir, pero me hubiera gustado que lo hubieran capturado vivo. Su muerte nos priva de conocer qué pasaba por la mente de un criminal que ideó una operación terrorista de tal magnitud.

Hubiera sido interesante escuchar las explicaciones de un asesino, la visión religiosa de un fanático y el odio hacia occidente de un demente. Su suerte posterior me da igual. Pero los hechos nos han privado de conocer el instinto satánico de un ser que en nombre de su particular secta religiosa (no me refiero a los musulmanes) se atreve a esclavizar a la mujer por definición y cuya osadía llega tan lejos como para desear y ejecutar la desaparición de los infieles, es decir, de todo aquél que no comulga con su extremismo.

No seré yo quien lamente su muerte, pero nos han privado de conocer la historia de un psicópata.

Pablo Hermida

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