lunes, 2 de mayo de 2011

La jequesa de Qatar

Esta semana ha llegado a mis oídos, aquí en estas tierras lejanas en las que actualmente habito la noticia del encuentro entre nuestros soberanos y el jeque y la jequesa de Qatar. Voces acerca de la belleza de dicha señora sonaban como incansables tambores en mi cabeza y por curiosidad (que ha matado al gato y temí me matase a mí) me fui al Google para  observar a tal beldad. La verdad es que me sentí un poco decepcionada puesto que era demasiado humo para tan poco fuego…lo peor vino después.
Acto seguido a haber observado a dicha dama me fui a ver el encuentro de día que mantuvieron con nuestros queridos y respetados Príncipes de Asturias. Ese fue un auténtico momento de colapso. ¿Qué había ocurrido a nuestra siempre elegante Doña Letizia? ¿Estaría, como en ocasiones a mí me ocurre, con una terrible sinusitis? No, Dori, no es posible, ella fue operada a la nariz precisamente por ese problema mientras que tú continúas con el septo en diagonal. Entonces posiblemente habría tenido una discusión con Felipe y no se ha centrado en el acto al que iba a asistir…claro que ¿y el asesor de imagen dónde estaba, comprando más ropa en H&M?
Hasta este minuto no acabo de entender lo que pudo ocurrir para que nuestra princesa de haya presentado con tremendo desaguisado en un acto tan importante. Podría empezar, por llevar un orden descendente, por el pelo. Digamos que es el típico peinado de ver la televisión, un peinado despeinado. Imagino que un domingo por la tarde llamen al timbre y yo salga a ver quien es: no estaré peinada pero tampoco como si acabase de levantarme. Es complicado explicar que no es un pelo Pantene pero tampoco una fregona lo que sí es cierto es que no es “algo” con lo que presentarse decentemente en un acto oficial.
El vestido es aquel yo cogería deprisa del armario en ese domingo en el que el soy sorprendida en chándal. Algo fácil de meter por la cabeza y con le que podría abrir la puerta pero nunca esperando encontrarme a nadie conocido y mucho menos salir del perímetro de mi recibidor: no procede.
La chaqueta ha de volver a su sitio: el armario de la Infanta Leonor.
Por lo que respecta a los zapatos y, acostumbrada a verla con tacones de un mínimo de 10 centímetros me he sorprendido (negativamente al ver que en honor a los invitados ) al ver que se había decantado por la babucha oriental porque el tacón es completamente mínimo (por no mentir o exagerar y decir inexistente).
Con todo el respeto que me merece Doña Letizia he de decir que:
- o bien no estaba en un buen día.
- los espejos de palacio se habían roto consecuencia de un extraño fenómeno,
- el asesor de palacio se atrasó probándose la nueva línea cosmética de Zara,
- a la Princesa de Asturias no le gustan las jequesas
- o yo me he vuelto loca.
Lo que sí es una realidad aplastante es que si la jequesa de Qatar tenía alguna duda sobre su elegancia y saber estar ayer se habrá sentido absolutamente cómoda y convencida con la buena imagen que deja en el mundo. Infelizmente nuestra alteza debería dejar ese espíritu independiente, jovial, inusual y básico para los conciertos de otra manera se nos conocerá a las españolas en los países árabes como pésimas anfitrionas (al menos en la manera en cómo nos vestimos para recibir a alguien que nos visita desde tan lejos) algo que nuestra excelentísima Reina Doña Sofía jamás ha dejado siquiera insinuar.

Dori Counago

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